Sevilla tatachinera, Sevilla del chimpún, sentimental Sevilla, sensiblera como un pasodoble.
Color de de albero de la plaza de los toros.
Color de albero de los Jardines de Cristina.
Color de albero de la banda que pasa, y todos nos vamos detrás.
La procesión.
El paseillo o el Corpus.
Siempre la procesión.
” A Justa y Rufina las mataron en Triana por no querer ir a una procesión”…

La Maestranza en Sevilla, ilusión de los toreros,
por su fina arquitectura, sus aplausos, sus silencios…

Tiene a gala un redondel con tornasol de oro viejo,
para que el arte haga un trono,
sobre su color de albero.

Ese color que analtece al brillo del toro negro;
al capote que se abre bordando rosas al viento;
a la suerte en que se enfrentan,
brabura y varilarguero,
y a los claveles que brotan de banderillas al quiebro.

Ese color donde rompe la muleta ese secreto del natural, temple y mando,
ligado al pase de pecho,
y tiembla cuando el estoque
deja un surtidor abierto por donde las amapolas
se ván sembrando en el ruedo.

Color de Albero en la plaza,
de sevillano abolengo.
Color testigo de gloria,
de alternativas, de miedo, de valor,
de toros bravos,
y de trágicos recuerdos.

Por eso la Maestranza,
radiante sobre los tiempos,
tiene su historia grabada,
sobre su Color de Albero.

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