El poeta amigo las encontró definitorias. “Cádiz, salada claridad”. Es lo que queda de mar cuando el mar se dedica a no tener límites exactos: sin sabor inefable.
¡Pirenaica montaña de diamante!
¡Tablero de Ajedrez de las Salinas!
Arrastran con la sal, guitarra y cante, de esos
hombres morenos y arrogantes que Dios quiso
pintar en su “ Marina “.
¡Y es la Isla, bajel de velas blancas, de ropa
soleada de falsetas allá en la madrugada, y de
guitarra colgada al fandanguillo.
¡Y ahora… son sostenidos, bemoles, y corcheas;
y fusas, semifusas y hasta garrapateas, las que
tengo que echar al pentagrama para acercar y
unir en matrimonio piano con guitarra.
¡Y el Son de la Alegría,
Solera Gaditana.
Y la Luna con bata,
con bata coleada de nardo y de azucenas.
Y de llanto de preso.
Y suspiro de niña.
Y de Flota pesquera.
y de amor en las Cortes.
Y hasta de “Piconeras”.
Y “Gabachos”..y tiros.
y sigo echando leña al fuego del Piano
que trina de alegrías.
Y desde San Fernando le va tirando besos
a Cádiz amurallada,
y siempre defendida.
¡Salinas…mis Salinas!
¡Salinas…Salineras!
de niñas marineras que tiran de las redes.
¡Que no vivo Salinas!
¡Que no vivo ni como!
¡Que no duermo Salinas!
¡QUE NO DUERMO TRANQUILO
HASTA VOLVERTE A VER!