¿Nos introduce la Poesía en un mundo o nos expulsa de una retórica? No hay Poesía si no se cumple aquella primera exigencia.

No es lo contrario de la quietud que sería una especie de «petrificación noeclásica». Con “quietudes” no se hacen versos sino racionalidades filosóficas.

Cádiz es una quietud que busca su destino inquietándose.
Y me reboza el alma.
Y se me vá la vida.
Y quiero no tener este recelo.
Y no pienso jamás en despedidas
Y sigue mi INQUIETUD.

Una inquietud alerta y sigilosa
que se desboca, corre y me destroza,
sin que yo pueda hacer por liberarme.
¡Y soy su prisionero!
Humilde. Caprichoso. Discordante.
¡Amante de mi bella Andalucía!
¡Rosa fragante que me ronda el alma!
¡Novia tirana que me da la muerte!
¡Lluvia de estrellas que suspiran y cantan!
Y de Inquietudes….me cruza la frente.

Voy a abrir el clave y a mirar a Dios,
y con las octavas, voy a hacer un puente,
un puente de notas de amor y de luz
que desde el Piano me acerque a mis gentes.

Y sólo, de noche, lleno de Inquietudes..
iré recordando a mi Andalucía.

Fenicia…
Romana…
Morisca..
Bravía..
Bizantina y clara…
¡Crisol de la muerte!

Que me reboza el alma.
Que se me va la vida.
Que quiero no tener este recelo.
Y sigue mi inquietud…
¡Alerta…Sigilosa!
Panel donde los cantes son virtudes.
Y mientras se deslizan por las teclas
mis dedos galopantes..

¡ANDALUCÍA!
¡ME VA LLENANDO EL ALMA DE INQUIETUDES!

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