¡Llegué a la Finca ” La Moraga ” y apareció ante mí, como mi teclado, haciendo de todo una broma, como todo lo que ha hecho en su vida.
Miré su rostro, su risa, y no quería que me diera cuenta que estaba a punto de llorar, y no lo hizo, para que yo viera que era el nº 1 de todos los que estaban en la Finca “La Moraga”.
Yo contuve también mis lágrimas y empezamos a reírnos para ocultar el dolor de la libertad.
Sólo quería que yo notara que él estaba libre, pero también comprendió que yo estaba allí para adelantar su proceso.
Empezamos hablar de tantas cosas, y mi sorpresa fue que ya tenía planeado todo lo que iba hacer cuando saliera de mi Finca y de la suya.
Quería ser mi socio en el negocio que me explicaba lentamente..
Pero sobre todo tenía muy claro y escrito explicar a la Sociedad cuando saliera de la cárcel, que sólo era para aquellos que ya no tienen ningún destino que seguir.
El quería y quiere, y yo quiero lo que él quiera, que la heroína convierte al ser humano en un enfermo.
Y me explicaba como han muerto delante de él cuando su destino era el Hospital.
¿Donde habría un tratamiento que curara ese callejón sin salida, se preguntaba todos los días?
También tenía muy claro explicar a la Sociedad, que la droga que se adueña de tu cerebro y no de tu físico, tenía que ser liberada.
Y me cambió el tercio, contándome todo lo que tenía que decir sobre
la droga.
Y con resignación me dijo desde el fondo de su alma.
¡COMPADRE!
¡No sabes que Loriña (su mujer) me ha dejado!
Y yo que se sentir la queja del dolor, vi que la abstinencia de su droga era un amor tan profundo y de tantos años que me sentí pequeño estar delante de un ser tan fuerte.
Ni corto ni perezoso adiviné sin querer y a través de D. Cesar Muñoz que fue quién me abrió el camino hacia su visita, que solo mi piano de pureza y muerte iba a servir para darle aliento no sólo a él, sino a muchos como él que sienten diariamente el dolor en su parcela, y que saben que las equivocaciones se suelen pagar con el silencio.
Cada puerta que se abría en mi camino, era para mí un lamento de quejas.
Por eso quiero desde mi orilla quejarme con mi espíritu, y decir que sólo la comprensión, sabe dar indultos a seres humanos que sienten desde su orilla una nueva inquietud.
Yo se que mi compadre Yeyo Llagostera tiene escrito y labrado en su alma la queja de la verdad.
Y yo se también que estoy deseando pintar con mi Música que es lla suya, la queja de todas vuestras esperanzas.
Por eso he traído hasta vosotros la ” Raza ” de mi Inquietud, y todos los que me acompañan hoy en calidad de artistas, me han demostrado que también tienen ”Raza“.
¡Esa ”Raza” que sé, sonará hoy aquí como un canto de promesa que quiere hacerse grande para decir a la gran sociedad que queremos seguir viviendo después de haber tenido tanto tiempo para pensar.
Y si os sirve de consuelo, os digo y os diré siempre, que yo, D.
FELIPE CAMPUZANO siempre me he sentido preso de ese Piano Marinero que hoy más que nunca quiere sentirse libre.