Ahora que Marbella empezaba a despertar de su letargo y recobraba la ilusión en bocas y mentes de todos los que convivimos en élla, has cogido la moto de tus sueños más queridos, y con tu alma infantíl, tu bastón y tu monóluco, has iniciado tu última carrera sin retorno hacia las estrellas.
Sé que has dejado en tu testamento el deseo que “Alberto Cortés” te hubiese cantado hoy: “Cuando un amigo se vá”.
Pero Alberto es posible que ni siquiera sepa que te has ido, así que querido colega del piano, ya lo vés, te quedas sin canción, y tendrás que conformarte con éste recuerdo que te manda tu amigo Felipe Campuzano.
¡Está Marbella igual, y tú, lejano a todo lo que siento en este instante, tenemos tu vóz acunándose en nuestro pecho, y brotan sobre el aire los suspiros haciendonos en la estela del aliento tu escultura viajera del paisaje. Vienes y vás en páginas del viento, y empapado de azúl allá por las alturas, dibujas yá un corazón inalcanzable. Nos estás haciendo llorar con tu recuerdo, y alucinados en tu imagen, estamos sintiendo desde aquí, que te ha besado la muerte, y nos ha dejado tu último retrato por el viento.
Por eso vamos a tratar de unir el pensamiento con el alma, y a través del silencio, recordemos en nuestros corazones al más humilde Aristócrata que ha tenido Marbella.
¡D.Jaime de Mora y Aragón por la Gracia de Diós!