Cien años de lucha. Cien años viendo caras nuevas en el transcurrir de su vida. Cien años uniendo su vista al pensamiento. Cien años tomando decisiones nuevas y viejas. Cien años aconsejando y aprendiendo. Cien años conociendo la fantasía, la ilusión, el dolor, la alegría, la mentira y la verdad de los momentos del pasado en su largo navegar de hombre.
Y desde mi pequeña capacidad de improvisación artística, desde mi desconocimiento pero desde mi inquietud, así me lo figuro, y así lo siento todo aquello que desde mi infancia gaditana me enseñaban los curitas salesianos junto al sonido de las campanas de Maria Auxiliadora cuando hablaban de D. Ramón.
Y hoy desde mi joven madurez y unido en amistad desde hace tiempo con su hijo Fernando, mi piano romántico quiere brindarle: cien años de ternura, cien años de agradecimientos por aquellos que no quisieron, no pudieron, o no se atrevieron a manifestarse con sus aciertos y con sus equivocaciones, con sus admiraciones y con sus envidias, que pensaban que cien años de historia se iban a quedar en un tintero cerrado y con el tiempo se iría secando poco a poco.
Pues bién, por todo aquello que fué, que ha sido, y que sigue siendo para mí, y para muchos que desde la distancia y la nostálgia hemos seguido su cien años.
Un montón de felicidades D. Ramón Serrano Suñer.