PUBLICADO EN LA REVISTA “SEMANA” HACE VEINTE AÑOS.
MI MATRIMONIO CON CARMEN ENCALADO MARTÍN “CARMELIYA”.-
Conocí a Carmen Encalado, cuyo nombre artístico era “Carmeliya”, en el apartamento que teníamos alquilado entre mi amigo Ruíz Venégas y yo. El conocía mucho a Carmen y un buen día ella apareció por el apartamento y fuimos presentados. La verdad es que me quedé impresionado ante tanta belleza, tanto que incluso mi compadre, ya que Ruíz Venégas fué padrino de mi hija Esther, “¡Compadre”!, ¡Veo que se ha colado usted un poco con Carmen!. Tenía razón, el primer día que la ví me fascinó. La verdad es que siendo yo una persona que había tenido muchas experiencias con mujeres, a Carmen la ví distinta y sentía algo, en esos momentos, que no había sentido con ninguna otra mujer. Yo no sé si a ella le ocurrió lo mismo, la verdad fué que desapareció lo mismo que vino y pasé mucho tiempo sin saber nada de ella. Continuamente le preguntaba a mi compadre dónde podía localizar a Carmen y él se reía diciendome: “¡Que fuerte te ha entrado, Felipe!”. Pero un día sonó el telefóno con su sonido acostumbrado, sin embargo, esta vez la voz que salía del aparato era diferente a las que oíamos habitualmente, en aquella ocasión era la voz de “Carmeliya”. Por supuesto, preguntaba por Venégas y no por mí, puesto que ella estaba al margen de mis intenciones, pero ese día decidí que no se íba a separar más de mí y ella empezó a corresponderme.
Carmen y yo empezamos a salir juntos enseguida. Ella era, entonces bailaora de flamenco mientras yo trabajaba como pianista en el restaurante de “Lola Flores”. Estaba tan contento y creía que tan enamorado estaba de ella que no dudé en llamar a mis padres para decirles que me íba a casar. Les pareció una locura, en primer lugar porque yo no tenía un porvenir hecho, era sólo un chaval sin ninguna preocupación, sólo me preocupaban mi piano y pasármelo lo mejor posible, pero la belleza de Carmen me tenía absorbido y desatendí todas las advertencias que me hacían los que me conocían. La gran simpatía dicharachera y su hermosura fueron las que me llevaron al huerto. Mis amigos, sabiendo mi fuerte carácter y el de ella, me aconsejaron que desistiera de la idea del matrimonio, pero, repito, que la curiosidad de llevar la contraria a todo el mundo, me llevaba a estar cada día más enamorado de ella.
Llegamos a formar juntos una pareja artística llamada “Carmen y Campuzano”, grabamos un disco de canciones en CBS y por supuesto, me dí cuenta, más tarde, de que lo mío no era cantar, sino tocar.
Carmen y yo estuvimos muy poco tiempo de novios, a lo sumo seis o siete meses y decidímos casarnos el día veinte de Marzo de 1971 en Madrid. La fiesta la celebramos en la Sala de Fiestas “Pavillón”, en el Parque del Retiro. Acudieron bastantes artístas como “Manolo Caracol”, “Lola Flores”, “Rocío Jurado”…, que por cierto, era muy amiga de Carmen y discrepaban referente a lo artístico ya que Carmen era muy celosa aunque, eso también hay que decirlo, sin motivos.
Cuando me casé me fuí a vivir con ella a un piso que tenían sus padres alquilado en la calle Reina Mercedes; yo quería independizarme ya que no me parecía bien que viviésemos con sus padres. “Quién se casa, casa quiere”, reza el refrán, a mí me gusta utilizar el refranero puesto que creo que tiene mucho que ver con la realidad. De esta convivencia surgieron muchas discuciones y ella con su madre formaban un dúo indestructible: el padre era la víctima de la reunión y por cierto, el único que ha sabido darle cariño a sus nietas, cosa que aprecio y admiro pues ha demostrado ser, en definitiva, un buen abuelo y un buen hombre. D. Francisco Encalado estuvo siempre contento conmigo, desde el principio, él sabía que Felipe Campuzano estaba lócamente enamorado de su hija y que podía hacerla muy felíz, pues los padres tienen más visión que nadie para sus hijos y ese fué el motivo por el que el abuelo me quería y supongo que me seguirá queriendo desde el mundo de los muertos, ya que me consideraba un buen marido para su hija y un gran padre para sus nietas.
Con su madre Dña. Natividad Martín, no me llevaba ni bien ni mal, pero hay que pensar que la madre íba siempre con su hija en sus desplazamientos y en cierta forma, vivía el mundo de la farándula, por lo tanto siempre quería estar enterada de todo. Al parecer yo, como creo que es lógico comprender, no soy de las personas que acepto casarme también con mi suegra, así que ustedes pueden imaginar las desaveniencias que había entre la abuela y yo. Sin embargo creo que en el fondo, es y ha sido una buena mujer que supo retirarse de nuestro matrimonio muchas veces influída por el abuelo Paco.
Carmen era una gran bailaora y podía haber hecho mucho más de lo que ha hecho hasta hoy, pero, en fín, ella siempre ha estado más preocupada de ver lo que hacían los demás que en realizarse ella misma.
Nos fuimos de Luna de Miel, que más que de miel fué de broncas, por Venecia, Nápoles y otras ciudades de Italia. Nada más casarnos se quedó embarazada de nuestra primera hija, Esperanza, hoy día, una mujer bellisima, inteligente, tan guapa como lo fué su madre con esa edad, y qué mejor garantía que la de ser proclamada Miss Turismo de España. Desde aquí le deseo a mi hija que termine sus estudios y que no se meta en el mundo de la farándula, qu es bastante falso y complicado para sus años, pero el destino ha querido que así fuera despuntando como una estupenda actríz. Digo esto porque su madre siempre ha ejercido de padre y de madre, por eso tengo que expresarme ante ella a través de esta revista ya que hace tres años, aproximadamente, que no me he visto con ella ni con mis otras dos hijas, Esther y Fanny. (hay que pensar en el pasado). La verdad es que no sé que historias les habrá contado esta mujer a las niñas en contra de su padre. Estoy seguro de que a la larga, van a ser en su propio perjuicio, pues es como quién escupe al cielo; yo, afortunadamente, dispongo de una gran reputación personal y artística por los que mis hijas no tiene por qué avergonzarse de nada, ni siquiera de mis aventuras amorosas puesto que están fuera de mi matrimonio con su madre.
Espero que un día, no muy lejano, podamos dialogar de todo esto y se acabe este distanciamiento que existe entre nosotros.
Mi vida con Carmen no ha sido un camino de rosas, sino más bien de cardos, siempre estábamos discutiendo, incluso llegabamos a las manos, pues hay un refrán que dice que la pasión destruye, y era tanta nuestra pasión, que nos íbamos destruyendo poco a poco, nos separábamos, nos juntábamos, nos volviamos a separar…Entre separación y separación, Carmen se quedó embarazada de mi segunda hija, Esther, y el nacimiento de ésta y de mi otra hija Fanny supusieron momentos felices con mi ex-mujer. Ahora puedo decir que me siento orgulloso de tener estas tres bellezas.
NOS CONCEDIERON LA ANULIDAD ECLESIÁSTICA.-
Carmen nunca quiso la anulidad del matrimonio, ella, de cualquier forma, quería estar vinculada a mí, por eso me puso todos los problemas del mundo para obtener dicha anulidad. Hoy día tengo una separación eclesiástica y mi primer divorcio consumado.
Durante el tiempo que duró nuestro matrimonio solíamos hacer galas juntos y yo cada vez me apartaba más de lo que verdaderamente era mi vocación: componer música y tocar el piano y no hacer intentos en el mundo de la canción, que es lo que hacía con ella.
Carmen, como buena “Cáncer” del horóscopo, es una mujer lunática, con una gran fuerza que de repente se desvanecía para convertirse en una niña tímida que nunca había roto un plato.
Mis padres nunca estuvieron de acuerdo con este matrimonio pero tampoco querían meterse en mi vida pues pensaban que ya era bastante mayorcito como para tomar mis propias decisiones.
“Carmeliya” empezó a tener celos artísticos de mí, y yo, como estaba sumamente enamorado de ella nunca me dí cuenta de estos pormenores, aunque sí la gente que convivía a nuestro alrededor.
Nuestra última separación fué ya una auténtica batalla campal que terminó en el deterioro total del matrimonio.
La verdad es que esta ruptura me dejó bastante huella ya que su comportamiento conmigo no fué muy ortodoxo. Demostró ser una mujer bastante interesada, una mujer que quería figurar en todos los acontecimientos artísticos, tal vez porque tendría complejo de triunfo, cosa que nunca llegó a saborear plenamente, quedando como una bailaora más de tantas y tantas que recorren tablao tras tablao.
Pienso que “Carmeliya” se equivocó de profesión, tendría que haber sido actríz de cine, su gran atractivo físico se lo permitía, pero su caracter de sabionda le cerraba todas las puertas en vez de abrírselas. Actualmente creo que se está dando cuenta de toda esta realidad.
Yo seguí con mi piano y componiendo canciones a pesar del gran trauma que me dejó nuestra separación, me puse a trabajar muy en serio con mi colaborador y cosechamos un montón de éxitos como fueron el célebre “Aclilipú”, que cantaba Dolores Vargas, o “El amigo conductor” que interpretaba “Perlita de Huelva”, o la canción “La noche y tú”, en una maravillosa versión del desaparecido “Bambino”, o “La minifalda” de Manolo Escobar, o “Mojamachís”, de “Lola Flores”, o la canción “Somos” que interpretava Maruja Díaz…
Todo esto, en cierta forma, me hacía pasar el tiempo más relajado, me hacía más llevadera mi separación, al menos tenía algo en que ocupar mi tiempo y mi mente, puesto que no es normal que a mis veinticinco años me separase con tres hijas en el mundo y con una gran carrera por delante.
Estuve un tiempo bastante desequilibrado ya que en el fondo seguía enamorado de ella, pero por otro lado no tenía ninguna esperanza de que lo nuestro tuviera algún tipo de arreglo.
PERDÍ A MIS TRES HIJAS.-
Carmen , con las niñas, frecuentaba mucho los veraneos con mis padres, en Cádiz. Los abuelos siempre vieron bien que sus nietas fueran a veranear allí, pero nunca quisieron que Carmen fuera por ser una persona bastante conflictiva.
Mis padres trataron de estar al margen de nuestra situación, pero, al final ese estado se hízo insostenible y no sé que historia les contaría su madre a las niñas que no volvieron ni siquiera a llamar para ver que tal se encontraban sus abuelos. Espero que un día mis hijas le pidan explicaciones a su madre y a ver que cuento de “Caperucita” les cuenta a estas tres mujeres que son hoy.
Es el día de hoy, que a mis hijas las sigo manteniendo (en el pasado)
a través de lo que su madre cobra por orden judicial de la Sociedad General de Autores, aunque hoy día ella sigue cobrando por ella sóla. Digo esto para responder a unas manifestaciones suyas donde me puso a los pies de los caballos, en las que afirmaba que yó no mantenía a mis hijas, declaración que veo totalmente absurda porque es una cuestión fácilmente demostrable a través del Secretario de la Sociedad General de Autores que lo confirma con mis ingresos en dicha Sociedad. Es más, puedo decir que tengo embargada mi cuenta de ingresos, (la tenía hasta hace muy poco).A raíz de estas falsas declaraciones suyas, no quise entrar en polémica por no perjudicar a mis hijas. Me tuve que tragar, con lágrimas en los ojos, la cantidad de mentiras que decía haciéndose pasar por víctima, cuando la verdadera víctima era yo, por eso no quiero contar cosas que puedan herir la sensibilidad de mis hijas y si alguna vez ella se siente, por una vez, mujer, que sea ella quién se las cuente, pues para mí íba a resultar bastante violento.
Muchos lectores se preguntarán que son ésas cosas, yo les respondo que forman parte del baúl de mi pasado y que nadie tienen derecho a manipularlo. La verdad es que haciendo balance de lo bueno y lo malo que ha podido pasar al lado de esta mujer, ha pesado más el lado malo, pues ella, sin pensar, ha distanciado el cariño de un padre y de unas hijas y eso es algo muy duro porque ellas llevan mis génes.
La vida me ha enseñado a vivir en soledad y hacerla compañera en mis momentos más tristes. Sé positivamente que ya hé perdido a mis hijas porque ya son mujeres.
Su madre me ha privado del disfrute de ellas en su adolescencia. Ahora ellas ya tienen edad para escoger su propio camino y supongo que querrán ser cada vez más independientes, por eso digo que las he perdido.…Y HUBO UN PARÉNTESIS DE CINCO AÑOS.-
Transcurrieron cinco años en que no nos vimos, ella se fué una gran temporada a bailar a Venezuela, ya que de soltera había ído muchas veces y conocía muy bien Caracas. Yo, por mi parte, me descubrí muy bien en el último “Musical Mallorca”, que dirigía D. Jose Luis Uribarri. Aprovecho también estas páginas para agradecerle la fé que depositó en mí, él se encargó de darme a conocer como músico cuando actuaba con “Lola Flores”. De ahí en adelante, empiezo una gira de conciertos y es cuando me dedico más a la interpretación que a componer canciones para otros.
Carmen seguía en el anonimato, ya que era una artísta de las que llaman de segunda fila y conflictiba, aunque pienso que en el baile hubiese podido obtener más éxitos, que el que tuvo puesto que se dedicó más a cantar sabiendo bailar mejor.
En esta separación de cinco años, tropecé, por Gracia de Diós, en una discoteca que regentaba mi gran amigo, D. Rogelio Madrid, con “Rosa Valenti” la más valiente de todas las mujeres que he conocido, como persona, como artísta, como mujer, y sobre todo como una gran amiga que interpone la amistad por encima de sus intereses. Más adelante les explicaré con más detalle mi relación con esta gran actríz que conocí en uno de mis peores momentos y cuya entrega me salvó bastante del naufrágio que estaba pasando en esos momentos.
INTENTO VOLVER CON CARMEN PARA HACER FELICES A MIS HIJAS.-
Pasaron diez años y creí conveniente intentar reconciliarme con mi ex-mujer para el bien de mis hijas.
Ya se sabe que el tiempo hace razonar a las personas.
Un día decidí ir a buscar a Carmen y la traje a vivir conmigo a mi casa de Puerta de Hierro, ví que mis hijas se ilusionaron mucho, pero la alegría duró poco y todo se vino abajo por culpa de se gran defecto suyo que es su lengua. Mis hijas nunca supieron el motivo de nuestro fracaso nuevamente, espero también que un día su madre se lo pueda explicar, pero no a su manera, sino contándoles la auténtica verdad de lo que ocurrió, cosa que me reservo porque es bastante fuerte para que pueda salir de mi boca, no obstante, ella tiene la misma oportunidad que yo para contarlo, aunque no desearía que lo hiciera porque creo que son cosas demasiado personales. Aprovecho mis declaraciones para que mis hijas, que ya son mayorcitas, sepan comprendeerlas tal como las explico y espero que nunca sientan vergüenza por nada ya que su padre, si hay algo bueno que ha hecho en esta vida es ir con la verdad por delante y con el piano apuntando siempre hacía lo celeste en recuerdo de ellas.
A Carmen le agradezco su maternidad, pero por lo demás, deja mucho que desear. Espero que encuentre la tranquilidad y la comprensión con ella misma. Por supuesto, estas son las primeras y las últimas declaraciones que haga sobre mi vida con ella. Le deseo que sea muy felíz, aunque con su caracter no sé si lo logrará.
Lo peor de una mujer cuando ve que pierde a su ser amado es querer refugiarse en sus hijos, es un terreno que no tiene nada que ver con el matrimonio, aunque forme la parte principal de ello. Ese trampolín que ha utilizado a través de mis hijas para hacerme daño, un día se le va a volver en contra y tendrá que pagar con tributos de soledad todo lo que ha maquinado en contra mía.
Por supuesto, espero tener un día la sorpresa de óir el tímbre de la puerta y ver aparecer a alguna de mis hijas, o a todas ellas, ( en la actualidad así ha ocurrido). Pues quiero que ellas sepan que, aunque muestren conmigo esa total indiferencia, yo no he dejado de quererlas. No pasa un sólo día que entre las paredes de mi casa no tropieze con ellas, mi pensamiento se queda concentrado en sus imágenes y pienso que las veo y las abrazo, como imagino que en el fondo lo desean ellas.
Realmente, explicar todo esto, me deja una gran tanquilidad espiritual, porque, en cierta forma, estas manifestasciones me van a acercar mucho más a ellas y eso me hace ser felíz.
Con esto quiero cerrar este capítulo de mi vida, como si de una partitura inacabada se tratase, que día a día persigue tener su fín. Ese fín lo pondré el día que podáis estar de nuevo, junto a mí.
OS QUIERO.