Yo se lo había pedido y él cumplió su palabra. Felipe Campuzano el gaditano músico de los viejos saberes, ya está en Granada como un peregrino imprescindible, nazareno de la mejor música andaluza o de la Andalucía Zodiacal hecha esencia de violetas y lirios, para traerle al Cristo de los Gitanos un bosque interminable de mimosas cuando la madrugada del Miércoles Santo se reencarne en la más sentida Via Dolorosa por la serpenteante llaga blanca del Camino del Monte.
En la noche granadina del Miércoles Santo las laderas del río Darro, testigos de silentes madrugadas, se estremecerán cuando, el piano de Felipe, se haga música del paisaje, oración y homenaje al Cristo, tan gitano, del Consuelo.
Pero Felipe, ya estaba en Granada desde antes; exactamente desde la noche que, desde Málaga, me decía:
“¡Enrique: toma nota de lo que te voy a decir…!”
Su voz, tenía la antigua emoción y el hondo garraspeo de los cantaores grandes.
Eran las tres y media de la madrugada cuando en el Hotel Victoria-¡y que victoria de hotel!- tomaba nota de los versos que Felipe Campuzano me dictaba.
“¡Enrique: quiero que lo que te voy a decir lo titules “Poema de Felipe Campuzano al Cristo de los Gitanos”-.
-¡Ya estás en Granada Felipe!”.-le respondí.
-”!Es verdad… estoy en tu Graná…; ¡pero mira que te digo…!
…¡Ponerme en un sitio del Camino del Monte donde el Cristo se me venga encima…! ¡Vamos, que me coma…!” Y ahí vá:
POEMA DE FELIPE CAMPUZANO AL CRISTO DE LOS GITANOS
“Vengo de la mar de Cádiz
al Sacromonte en Granada,
por el Camino cristiano.
Mi equipaje es el piano,
donde traigo una oración
con sentimiento gitano,
que pueda servir de alivio
para el Clavo de Tus Manos
Y del madero que llevas
eternamente pegado
como la Crúz más divina
sacaría mi teclado
para hacer la Sinfonía
al Cristo de los Gitanos”.
Este Músico que al mar le llama “la mar”, por marinero; éste Felipe Campuzano pregonero musical de la “Andalucía Espiritual”; éste amigo mío con tipo de torero caro, postinero y ahíto de la más honda sensibilidad, se nos mete, por mor y milagro de la amistad y de su ancho corazón, tierra adentro, en uno de los más hermosos festones de Valparaíso, para ofrecerle al sacramontano Cristo del Consuelo lo mejor de su música y el Sinfónico Poema de Cuerda
“La Ciudad Dormida”.
Yo sé, porque conozco al hombre, al músico y al amigo, que Felipe Campuzano quiere “que el Cristo se le venga encima” para que su música se haga más directamente bálsamo del dolor y asidero de la esperanza de ese pueblo que él ama tanto, el pueblo gitano, ante el desgarrón de humillaciones que sobrelleva el “Paso” del Cristo de los cuatro clavos.- Por ello, el homenaje de su música quiere que sea largo y ancho, para que, desde El Avellano y la Silla del Moro, las fogatas, la música, el cante y la pasión se hagan plástica espiritual en la Ciudad Santa de la Lúz y la Belleza, esta Ciudad de Granada a la que viene Felipe Campuzano como un nazareno de la mejor música andaluza.
Puedo dar fé de que la noche del Miércoles Santo de 1991 quedará vivamente arraigada en el paisaje singular del valle de Valparaíso y en el alma de cuantos la convivan; ese valle que, regado por el Darro nos introduce hasta las frondas de Jesús del Valle.
Enrique Padial
(Académico Correspondiente en Madrid de la Real Academia de Bellas Artes de Granada)
DEDICATORIA A LA SANTISIMA VIRGEN DEL SACROMONTE EN GRANADA.
“Solo quiero tu pureza repartida por los cuatro puntos
cardinales”
POEMA DEL PIANISTA Y COMPOSITOR GADITANO FELIPECAMPUZANO PARA LA SANTISIMA VIRGEN DEL SACROMONTE EN GRANADA
Madre gitana del hijo que vá delante.
Y tú detrás recogiendo su dolor
para acunar la esperanza.
¡Que amargura tu semblanza
a pesar de ser Divina, la
madre del redentor.
¡Virgen Santa de Granada!
¡Virgen Pura del gitano
que sólo sabe de hermanos!
¿Que te imploro en el piano
si a mí me tiemblan las manos?
¡Que canto te canto yó
si sólo toco gitano para la nadre de Dios?
¡Madre del Sacromonte bendito!.
Tu hijo que vá delante
con sangre de su costado
dará la sal a mis manos
para tocarte y tocarte
mi sentimiento critiano.