Viejos molinos aceiteros de torrecilla y viga, molinas y molinetas donde resuena el rumor pesado, redondo y lento, amoroso, de los rulos sobre el empiedro. Hay ecos ciertos de sudores, se acuna el esparto, el calor de la taila mece la copla y el fruto maduro se hace almohada hasta que nazca, cantándose, el aceite desde el moledero a la tinaja, que ya empieza a tomar el esponjoso nombre del pan.

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