Todavía me llevas en tu mirar tranquilo,
y pides a Dios desde tu almohada
que cuiede mi paso en los momentos,
que me sabes lejano de tu sombra.
Vigilas, mientras coses,
este modo que tengo de ser triste,
y, por conocerme más
a veces llegas a leer
libros que no entiendes.
Vives por mí, si pudieras,
bordarías suspiros con mi nombre.