En el tiempo que estuve con María José Cantudo por los años 70, me ocurrieron con ella muchas cosas graciosas que les iré contando en forma de anécdotas sin ningún tipo de ofensa sobre la persona con quién compartí dichas anécdotas.
ME CAGUÉ EN SU CAMA POR CULPA DE UNA GASTROENTERITIS.
Estaba con La Cantudo en un estudio de grabación en el polígono industrial de “Coslada” (Madrid) terminando mi 2º Vol. de mi obra “Andalucía Espiritual”, y cuando terminamos nos fuímos a cenar a un restaurante que había y que hay cerca de allí que se llama “Las Moreras” y donde tienen la especialidad de dar chuletas a la brasa. Pués bién, yo pedí chuletas, y La Cantudo pidió otra cosa ya que era muy remingona para el asunto de los restaurantes, y éste no le gustaba mucho porque no tenía demasiados tenedores, claro está, es un restaurante de carretera y como tal no guardaba muchos lujos, a mí me daba igual, yo íba a lo que íba a su especialidad, a lo de las chuletas a la brasa, total, terminamos de cenar después de encontrarme bastante cansado con lo de la grabación, y decidimos irnos a su casa.
Nos acostamos como cualquier noche lo hacíamos, no sin antes de entrar en su casa me hacía quitar los zapatos, pues La Cantaudo era y supongo que seguirá siendo una cursi desmesurada, pues aquello en vez de una casa normal, era la casa de Blanca Nieves y los siete enanitos, no crean que exagero que es la pura verdad.
A eso de la 3 de la madrugada me desperté con la cara totalmente amarilla de la gran gastroenteritis que me dió por haber comido las dichosas chuletas, parece ser que no estaban bién y me sentaron como un tiro, y más aún, ya que yo estoy operado de estómago, miré para las sábanas y estaban que no me lo podía creer, completamente amarillas, pues me había desidratado de la enorme diarrea que me entró.
La Cantudo seguía durmiendo y no se entero de nada, hasta que la desperté con la mano, y cuando vió el percal y vió la cara que yo tenía, y vió lo que yo había formado en la cama, esa cama con sábanas blancas bordadas en rosa,
La Cantaudo de momento se quedó que no sabía que decir, hasta que soltó una carcajada de ver en el estado en que me encontraba, al verla reir cojí un cabreo fenomenal y le dije de todo y por todo, imaginense la ganas de risa que yo tenía con todo el mogollón encima, le híze llamar a su secretario a su casa para que viniera urgentemente al objeto de que fuese a una farmacia de guardia para comprarme algo que pudiese pararme la diarrea producida por la gastroenteritis.
A los 30 minutos aproximadamente se presentó su secretario que era de la acera de enfrete, osea, maricón, maricón, y cuando vió la escena mía con La Cantudo giró la cabeza para que ella no le viera, y no paraba de reir el muy cabroncete, pués como el sabía que La Cantudo era muy cursi, parecía que el mismo se decía que le estaba muy bién empleado.
Total, que el secretario fué por los medicamentos meao de risa, y allí le esuvimos esperando los dos hasta que llegó con ellos y pude tomarmelos.
Después pasó el tiempo y ella lo comentaba como una gracia pero no sujetandose a la realidad, pués le llegó a decir al periodista “Mariñas” que yó me cagué en su cama, y eso daba a entender que lo híze a propósito cosa que no fué cierto.
CREO QUE HAGO BIÉN CON MI VERSIÓN EN ACLARAR COMO OCURRIERON LOS HECHOS.
Y COLORÍN COLORADO ÉSTA ANÉCDOTA SE HA ACABADO.
SEGUIRAN OTRAS…