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Bienvenidos al blog de felipe campuzano

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Al amigo y gran sastre Nino Ramo

CON SUS MANOS

Con sus manos sensibles y artesanas
dibujaron con su mente en el silencio
la silueta perfecta del cliente.

Con sus manos prodigiosas
acarició el hilo con la agúja
buscando la perfección de la medida.

¡A veces sus manos, se quedaron solas!.
¡Se quedaron tristes!.
¡Había tanto y tanto invierno en ellas
que en sus dedos se palpaba la amistad
sin mediar palabra..!.

SASTRERIA MARBELLA

C/ Notario Luís Oliver nº 3
29600 Marbella (Málaga)

Tlfno-656-408622.

El cumpleaños de Emilio Acevedo

Por Alberto Pérez de Vargas.-

ESCUCHAR LA MÚSICA QUE EXTRAE DEL PIANO EL MAESTRO CAMPUZANO, ES UN PRIVILEGIO QUE UNO DESEARÍA COMPARTIR.

Cada año, Emilio Acevedo, que es hombre de hostelería y ha empeñado en ello su imaginación abordando dedicaciones de muy diversa índole, incluso transcendiendo del ámbito de su negocio e invadiendo la esfera de la comercializaciión de productos alimentarios, celebra su cumpleaños de un modo peculiar. Aprovecha las circunstancias de su oficio, acude a su amigo Felipe Campuzano y celebra una fiesta íntima con unos pocos amigos. Participar en ella es un privilegio del que tengo la fortuna de poder disfrutar. Porque escuchar la música qu extrae del piano el maestro Campuzano, es algo extraordinario que uno desearia comparitr cono todo el mundo.

Emilio y Felipe son amigos desde que pudieron tener noción de serlo y se hicieron correteando por la calle Panaderia, desde la Cervecería hasta el colegio de las Monjas, o subiendo la cuesta de la calle Alta hasta la esquina de Carretas donde, en casa de Iceta, se podían comprar cigarros de matalahúva. Felipe Campuzano nacio en la capital, pero anduvo por aquí de pequeño y en su propia casa residía la música que se realizaria en sus manos. De otro amigo, entre tantos, éste del pueblo hermano de Bollullos del Condado, Juan Antonio Sánchez, se siente Emilio particularmente próximo.

Estar cerca del maestro y del piano es situarse en un universo fantástico. El piano es una jaca de rejoneo que se adelanta a la voluntad del jinete. Da la sensación de que el maestro incita con el gesto la inercia de las notas y moviliza la geografía entera del piano. No es posible que a sus dedos les dé tiempo de motivar a unos agudos que apenas sin son insinuados en un lapso sostenido por los graves. El viernes, entre la treintena que éramos cuando ya la tarde estaba obscura, permanecía el misterio de los instantes mágicos. Otros artistas se habían añadido ya a la formidable oferta: Mayorana, María Montilla y su grupo y algún aficionado. No sé yo si Emilio Acevedo se regala o nos regala, si se reviste de mago o, simplemente, gusta de mantenernos en una especie de burbuja flotando en el misterio, pero el caso es que cuando se sale del espacio de la Cuesta del Rayo se tiene la sensación de regresar de un lugar imaginado. No importa lo que al maestro se le antoje: un tango o una marcha militar, el himno nacional, una canción de Navidad, una melodía de Cole Porter o una pieza de Agustín Lara, porque el piano se dispone a servirle sin resistirse a nada y los duendes se levantan precipitadamente para jugetear con los acordes. Y además, aquello, sea cual sea su crianza, su criador o su criadero, suena completamente a Andalucía. La música de Felipe Campuzano se crea al interpretarse y se sazona con aroma de azahares. En el imperio de la mediocridad del consumo de ruido organizado que pulveriza los tímpanos más duros, el maestro aparace como si fuera un fantasma bueno que nos trae paz y belleza.

LOS CUMPLEAÑOS DE EMILIO ACEVEDO DEBERIAN ESTABLECERSE POR DECRETO REAL Y SER OBLIGATORIOS.

Solea del amor indiferente

SOLEA DEL AMOR INDIFERENTE

Ni rencores ni perdón.
No me grites; no me llores;
lo nuestro ya se acabó.

¿Rencores?…¿Por qué rencores?.
No le va a mi señorio
guardarle rencor a un río
que fue regando mis flores.
Tú me diste los mejores
cristales de tu corriente.
Y no sería decente
maldecirte, por despecho,
si sé que tienes derecho
a dar ó negar la fuente.

Debo estarte agradecido
por tu generosidad;
tú me diste, por bondad,
lo que yo dí por cumplido.
Me brindastes tu latido,
tu boca nunca besada,
tu carne nunca estrenada,
tus ojos siempre esperando
con dos ojeras temblando
debajo de la mirada.

Me diste el primer te quiero
que es el que más atosiga,
y, llenita de fatíga,
me diste el beso primero.
Y hasta que llegó a tu alero
aquel mal viento ladrón,
yo sé que tu corazón
fue mío por vez primera,
y sólo mía la acera
debajo de tu balcón.

Por eso, yo, bien nacido,
no te odio ni te aborrezco;
al contrario: te agradezco
todo cuanto me has querido.
No me importa si te has ido
con tu barca hacia otro mar.
Que yo no te puedo odiar
por esta mala partida,
porque odiar es en la vida
un cierto modo de amar.

No vengas ahora a mi lado
para pedirme perdón.
El perdón es la razón
de volver a lo pasado.
Y lo pasado, acabado,
que pasó… porque pasó.
Déjame que viva yo
sin perdón y sin rencores.
No me grites… no me llores.
Lo nuestro ya se acabó.

Lección de Geografía

LECCIÓN DE GEGRAFÍA

Yo no sé nada de nada.
Francia, al Norte…
al Sur, Granada…
oro y lumbre al Ecuador…
al Oeste, Portugal..

¿y el amor?

¿Es que el amor se ha quedado
sin su punto cardinal?…

Pues yo lo tengo anotado
en mi pobre geografía:

Al Norte, tú, noche y día,
al Sur, tú, tarde y aurora,
al Este, tú, vida mía
y al Oeste, hora tras hora.

Oro y lumbre al Ecuador…
Mallorca y Venecia al Este…

¿y el amor?

Norte, Sur, Este y Oeste.

El perro cojo

EL PERRO COJO

Con una pata colgando
-despojo de una pedrada-
pasó el perro por mi lado.
Un perro de pobre casta.
Uno de esos callejeros
pobres de sangre y de estampa.
Nacen en cualquier rincón,
de perras tristes y flacas,
destinados a comer
basuras de plaza en plaza.

Si pequeños, por el qué
fino y ágil de la infancia,
-baloncitos de peluche,
tibios borlones de lana-
los miman, los acurrucan,
los sacan al sol, les cantan.
De mayores, por el qué
con que se les fue la gracia,
los dejan a su ventura,
mendigos de casa en casa,
sus hambres por los rincones
y su sed sobre las charcas.
Y que tristes ojos tienen,
qué recóndita mirada
como si en ella pusieran
su dolor a media asta.
Y se mueren de tristeza
a la sombra de una tapia,
si es que un lazo no les da
una muerte anticipada.

Yo lo llamo: psi, psi, psi.

Todo orejas asustadas,
todo hociquito curioso,
todo sed, hambre y nostalgia,
el perro escucha mi voz,
olfatea mis palabras
como esperando o temiendo
pan, caricias.. o pedradas.
No en vano lleva marcado
un mal recuerdo en su pata.

Lo vuelvo a llamar: psi, psi.
Dócil a medias avanza
moviendo el rabo con miedo,
y las orejitas, gachas.

Chasco los dedos; le digo:
ven aquí no te hago nada;
vamos, vamos… ven aquí.

Y adiós la desconfianza.
Que ya se tiende a mis pies
a tiernos aullidos habla,
ladra para hablar más fuerte,
salta, gira, gira, salta,
lloran, ríen, ríen, lloran
lengua, orejas, ojos, patas,
y el rabo es un incansable
abanico de palabras.

En su alegría tan grande
que más que hablarme, me canta.

-¿Qué piedra te dejó cojo?…
Si, sí, malhaya, malhaya.

El perro me entiende; sabe
que maldigo la pedrada,
aquella pedrada dura
que le destrozó la pata,
y él, con el rabo, me está
agradeciendo la lástima.

-Pero tú no te preocupes;
ya no ha de faltarte nada.

Yo también soy callejero,
aunque de distintas plazas,
y a patita coja y triste
voy de jornada en jornada.
Las piedras que me tiraron
me dejaron coja el alma.
Entre basuras de tierra
tengo mi pan y mi almohada.
Vamos, pues, perrito mío,
vamos, anda que te anda,
con nuestra cojera a cuestas,
con nuestra tristeza en andas,
yo, por mis calles oscuras,
tú, por tus calles calladas,
tú, la pedrada en el cuerpo,
yo, la pedrada en el alma.
Y cuando mueras, amigo,
yo te enterraré en mi casa
bajo un letrero: aquí yace
un amigo de mi infancia.
Y en el cielo de los perros
-pan tierno y carne mechada-
te regalará San Roque
una muleta de plata.

Compañeros si los hay,
amigos donde los haya,
mi perro y yo por la vida:
pan pobre; rica compaña.

Era joven y era viejo;
por más que yo lo cuidaba,
el tiempo malo pasado
lo dejó medio sin alma.
Fueron muchas hambres, mucho
peso para sus tres patas.

Y una mañana, en el huerto,
debajo de mi ventana,
lo encontré tendido, frío
como una piedra mojada.
Como un duro musgo el pelo
con el rocío brillaba.
Ya estaba mi pobre perro
muerto de las cuatro patas.

Hacia el cielo de los perros
se fue, anda que te anda,
las orejas de relente
y el hociquito de escarcha.
Portero y dueño del cielo
San Roque en la puerta estaba:
ortopédico de mimos,
cirujano de palabras,
bien surtido de recambios
con que curar viejas taras.

-Para tí… un rabo de oro,
para tí… un ojo de ámbar;
tú, tus orejas de nieve;
tú, tus colmillos de escarcha.

Tú….

-y mi perro le reía..-

tú… tu muleta de plata.

Ahora ya sé por que está
la noche agujereada.
¡Estrellas…luceros?…No.
Es mi perro, que cuando anda,
con la muleta va haciendo
agujeritos de plata.

Barquito de papel

BARQUITO DE PAPEL

ASTILLERO

Para hacer
un barquito de papel
sólo hace falta tener,
como es natural, papel
y un poquito de ilusión.
Que toda ilusión es una
fragata de viento y luna,
de jabón y de papel,
en la que va el corazón
más que como un timonel,
como polizón.

BOTADURA

Barquito de vela,
vamos a la mar
con una rosa de vientos
encendida en el compás.
Abre el ala de gaviota
entre la espuma y la sal
y piensa que va a la popa
la ilusión de un capitán.

Barquito de vela,
vamos a la mar.
¡Cuidado con esa rana!…
Mira que te va a tragar.

SINGLADURA

Cargaremos en un día,
según orden superior,
tulipanes en Holanda,
dólares en Nueva York,
naranjas en Almería,
en Mallorca paz de Dios,
y llevaremos oculto
en la bodega mayor,
desde Sevilla hasta Londres
un contrabando de sol.

AVENTURAS

Mientras va levando anclas
mi barquito de papel,
yo dejo un amor en Cádiz
y amor y medio en Argel.
Por ser italiano en Nápoles
y en Marsella, marsellés,
a barcarola o a sangre
gané mujer y placer.
Que todo mairno quiere
y puede y debe tener
un amor en cada puerto,
y más de uno también;
un piropo a media tarde,
un beso al anochecer,
promesas a medianoche
…y olvido al amanecer.

Pero viremos a Cádiz,
te lo ruego timonel.
Aquella bata de cola…
aquélla no la olvidé.

ALTA MAR

Mira cómo nos persigue
un pez como un tiburón.
-Déjalo fragata mía.
déjalo;
y ya verás cómo acaba
tragándose al ruiseñor,
que está picando en el agua
hojas de vidrio y resol.

TEMPESTAD

El niño, Cíclope enorme
de una isla de arrayán,
está viendo mi fragata
y la quiere apedrear.

-Niño: no muevas el agua.
Mira que la tempestad…
¡Niño!…

Y el niño tiró
la piedra en medio del mar
como una bandera azul
el agua empezó a ondear.
¡Malhaya sea la piedra
y el niño y la tempestad!.

NAUFRAGIO

Yo, ministro de Marina
de este pedazo de mar,
doy cuenta a todos los puertos
con este parte oficial:

En las costas de Sanlúcar,
y a causa del temporal,
ha encallado una fragata.
Venía de Portugal
y llevaba un cargamento
de estrellas a Gibraltar.

Con la fragata se ha hundido
la ilusión de un capitán.

Soleá del amor Desprendío

SOLEA DEL AMOR DESPRENDÍO

Mira si soy desprendío
que ayer, al pasar el puente
tiré tu cariño al río,
Y tú bien sabes por qué
tiré tu cariño al río.
Porque era anillo de barro
mal tasao y mal vendío
y porque era flor sin alma
de un abril en compromiso,
que puso en zarzas y espinas
un fingimiento de lirios.

Tiré tu cariño al río
porque era una planta amarga
dentro de mi huerto limpio.
Tiré tu cariño al agua
porque era una mancha negra
sobre mi fachada blanca.
Tiré tu cariño al río
porque era mala cizaña
quitando savia a mi trigo
y tiré todo tu amor
porque era muerte en mi carne
y era agonía en mi voz.

Tú fuistes flor de verano,
sol de un beso y luz de un día.
Yo te acunaba en mi mano
y en mi mano te cuidaba
y tú, por pagarme, herías
la mano que te acunaba.
Pero al hacerlo olvidabas,
tal vez por ingenuidad,
que te dí mis sentimientos
no por tus merecimientos
sino por mi voluntad.

Yo no puse en compaventa
mi corazón encendío;
y has de tener muy en cuenta
que mi cariño no fue
ni comprao ni vendío,
sino que lo regalé.
Porque yo soy desprendío;
por eso te di mi rosa
sin habérmela pedío;
porque yo soy desprendío
y doy las cosas sin ver
si se las han merecío.
Por eso te di mi vela,
te di el vino de mi jarro,
las llaves de mi cancela
y el látigo de mi carro.

Ya ves si soy desprendío
que ayer, al pasar el puente,
tiré tu cariño al río.

Mi Barca

MI BARCA

La barca, la barca…Así:
sólo con decir: la barca
huele a marisma la boca
y sabe a sal la palabra.
La barca, la barca…Así:
sólo con decir: la barca.

¿Que cuánto quiero por ella?
Venga conmigo a la playa.
Por una quilla de oro
y dos remos de esmeralda
le vendo… el aire que hay dentro,
Por una rosa de nácar,
la arena donde se acuesta.
Y por un timón de plata,
ese mar en dormivela
en el fondo de la barca,
donde estrellas marineras
reman de noche a sus anchas.
Aire, arena y agua, todo
lo vendo, menos la barca.

Aquí la tiene: bonita
como novia enamorada,
por la quilla, sueño verde,
por la vela, nube blanca.
Cuando está en la playa, pienso:
¿si soñará con el agua?…
Cuando está en el agua, digo:
¿si soñará con la playa?…

La trato como a mujer
y así está ella: le saltan
la presunción y el orgullo
cuando duerme o cuando anda.
Con decirle que le viene
pequeña toda la playa…

Que en esto de los amores,
mujer y barca se pasan
de orgullosas, por queridas,
de presumidas, por guapas.

Y cuando se lanza al mar,
además de guapa, brava…
Mete el pecho, hunde el casco,
se enjoya de espuma blanca,
cruje el agua en las amuras,
ella, altiva, la rechaza,
y cuando se deja atrás
la nieve, el oro y el nácar,
se esponja, se empina, se
contonea y se acicala
como hembra que se sabe
fina, bonita y en andas.
Una reina no sería
tan reina como mi barca.

¿Y si viera cuando corre?…
Caballo con la crin blanca
que va levantando polvo
de espuma sobre esmeraldas.
Algunas noches la luna
suele tirar sobre el agua
un rayo, que dicen que es
como una líquida espada.
Y yo sé que no es un rayo
sino una alfombra de plata
que va tendiendo la luna
para que pase mi barca.
Y en estas noches de fiesta
qué bien que baila mi barca
-bata de cola la espuma,
peina la vela salada-.
Al embrujo de su baile
el mar se enamora y baila.
Y mientras que las estrellas
se asoman a sus ventanas
para llevar el compás
con sus manitas de plata,
baila el viento con la vela,
baila el remo con el agua.
Bailan la noche y el pez,
la luna y la sal y bailan
el timón con las espumas
y las olas con mi barca.

¡Que cuánto quiero por ella?…
Mi barca no es sólo barca:
cuna, mástil, timón, remo,
quilla verde y vela blanca.

Mi barca es la sal del mar
que se hizo piropo y gracia,
con un nombre: Soledad,
sobre este nombre: mi barca.

Mi barca, mi barca…Así:
sólo con decir: mi barca,
huele a marisma la boca
y sabe a sal la palabra.

¿Que cuanto quiero por ella?…
Mi barca no es sólo barca.

Contrataciones

Tlfs. 679 382 266 / 952 82 29 45
E-mail: info@felipecampuzano.com

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