Página Oficial del Genial Compositor y Pianista Gaditano
Introducción
Sorprendente como el rayo, magistral en el arte, sublime en la creación, inefable hasta la genialidad. Y Generosidad hasta el límite. En el trance creativo de la vida y de la muerte, soñando con que alguien le sueña mientras dibuja su arte en la bóveda celeste.
Todo en él deviene sorpresa: desde su propia radicalidad y capacidad de improvisación. Se levanta del asiento, intenta impresionarte, probarte, conocerte; tal vez, cerciorarse de que la vida es un sueño.
Se expresa en prosa y verso solemne, con la misma facilidad. Reproduce con naturalidad el gran teatro del mundo, en el que la música esta omnipresente. Convencido de que nadie puede matar la belleza, el color, el amor y la muerte, vive preso de cierta desdicha pascalina que le impide estar en reposo en cualquier rincón del universo, a la vez que se aferra a la esperanza, último don de la caja de Pandora.
Desde los umbrales del arte, “al querer llevar los sueños hasta el límite de la locura, se convierte en poeta”; al querer que la música sea el triunfo final de la palabra, se convierte en hombre. Torturado por los partos de sus creaciones, es un personaje fuera del mundo. Mitad humano, mitad divino, pinta de arte todo cuanto toca. De ese arte que compite con la memoria de Dios donde el olvido no existe. Su reino no es de este mundo, o tal vez su mundo no es de este reino.
Empeñado en el conocimiento de las raíces de las cosas, dignificando “la raza”. Retando la sabiduría ante esa imposibilidad de conocer la música por dentro, la humanidad y la vida.
Porque el maestro es la música y la poesía; la vida, el amor, la muerte y la locura: “Por eso juzgo y discierno por una cierta y notoria que tiene el amor su gloria a las puertas del infierno” (Cervantes).
Así quedamos vestidos de concierto para sentir un piano, en la contingencia de la vida, donde todo es posible en el gran espectáculo del mundo, donde todo cabe, intentando aprehender con nuestras manos la belleza, recordando la promesa de Felipe Campuzano, porque en toda promesa hay algo de inmortal….