Suite Espiritual

He querido seleccionar a mi criterio, lo mejor o más destacado de la ANDALUCÍA ESPIRITUAL que dio a la luz hace años, para elaborar esta SUITE y dejar de manifiesto para el oyente, la buena acogida por parte de los amantes de mi música ya si poder confeccionar las obras más destacadas como han sido: Inquietudes, Las Salinas, El Tempul…y otros muchos.

Nota Importante:
Toda la música de la obra se hará llegar al comprador en formato digital via Internet.

He querido seleccionar a mi criterio, lo mejor o más destacado de la ANDALUCÍA ESPIRITUAL que dio a la luz hace años, para elaborar esta SUITE y dejar de manifiesto para el oyente, la buena acogida por parte de los amantes de mi música ya si poder confeccionar las obras más destacadas como han sido: Inquietudes, Las Salinas, El Tempul…y otros muchos.

En este silencio largo que el músico ha tenido hacia sus seguidores, bien por falta de motivación creadora, o por otros motivos que no vienen al caso comentar, se abre una nueva esperanza y un nuevo surco creativo de Felipe Campuzano en esta, su gran laguna y que a título de recordatorio remueva otra vez el sentimiento y la sensibilidad de una Andalucía grande y fecunda.

Felipe Campuzano.

Producción, dirección nusical y autor de todos los temas
FELIPE CAMPUZANO

INQUIETUDES:
No es lo contrario de la quietud que sería una especie de petrificación neoclásica. Con “quietudes” no se hacen versos sino racionalidades filosóficas. Cádiz es una quietud que busca su destino inquietándose.

MELANCOLÍAS:
Es como la neblina en los amaneceres andaluces y marineros. La neblina empieza a conocerse a si mismo como el poema conoce su verdad. Es el poema, no es ni siquiera el mismo poeta, el que está triste. La melancolía es una tristeza que nos regalan como una elegancia.

EMBRUJO:
Fue Reyles el culpable que Sevilla cargara con el tópico del embrujo, chafarrión trágico de la caricatura. Sevilla no es una mirurgia inútil de la complacencia, que embrujar es trastornar el juicio y a la verdad de Sevilla le sobran brujos, duendes, toreros, gitanos, cigarreras, carimenes y cartones-piedras.

LA CALETA:
A mi amigo José Ruiz Calderón.
Es la visita que el mar hace amistosamente a la tierra saltándose la jurisdicción de las arenas. Es una palabra italiana que “cala” pero sin asustarnos con la revelación de profundidades filosóficas. Se “cala” en la Caleta sin entristecernos.

LA ALMAZARA:
Viejos molinos aceiteros de torrecilla y viga, molinas y molinetas donde resuena el rumor pesado, redondo y lento, amoroso, de los rulos sobre el empiedro. Hay ecos ciertos de sudores, se acuna el esparto, el calor de la taila mece la copla y el fruto maduro se hace almohada hasta que nazca, cantándose. El aceite desde el moledero a la tinaja, que ya empieza a tomar el esponjoso nombre del pan.

LAS SALINAS:
A mi amigo Manuel Carmé Sevilla.
El poeta amigo las encontró definitorias. “Cádiz, salada claridad”. Es lo que queda de mar cuando el mar se dedica a no tener límites exactos, sino sabor inefable.

EL TEMPUL:
Más allá de la Caleta y de todas las “Calas” de la costa aparece Tempul. Los eruditos ya nos dirán bastante enredado la razón de ese nombre a leyenda y suspicacia. Para los poetas tiene todo el misterio de una Esfinje,

PARQUE DE MARÍA LUISA:
La dalia que cuida Sevilla en el parque de los Montpensier de la copla del jardín abierto para todos, paloma en el hombro de la fotografía familiar, altramuz de niño para el pato en el estanque. Una Sevilla provinciana, anclada en el tiempo, que se mira en el espejo de la Exposición, cuando le han dicho que fue grande, que estuvo segura de Si. Y se ve bonita.

EN CAZORLA TE ENCONTRÉ:
En la alta corona de la Andalucía, con la anchura humana de su pecho, brota cubierto de ángel anunciado cales, olivos y jazmines en desbordado anhelo de las aguas; mientras, a lo lejos, estremecidos, afirmándose, los pueblos andaluces miran locos sus nacimientos.
¡¡Qué chiquilla es sus agua, qué jondo sus sentimiento!!.

CELESTE:
Y la última palabra no puede ser, en definitiva, más que esa misma “Celeste”. A mis hijas Esperanza, Esther y Fany.